Fuente: CROCK
A principios de la década del 80, David Bowie tenía la intención de probar algo diferente.
Había estado escuchando discos de R&B y blues mientras estaba de vacaciones en el Pacífico Sur, artistas de la talla de James Brown y Albert King, y eso terminó forjando su próximo camino musical.
“Me pregunté a mí mismo: ‘¿Por qué elegí esta música?’”, reflexionó Bowie más tarde. “Era música muy tranquila, y surge de una sensación de placer y felicidad. Hay entusiasmo y optimismo en esas grabaciones”.
En otras palabras, algo a un mundo de distancia de la denominada “Trilogía de Berlín”. Luego conoció en un club nocturno de Nueva York a la leyenda de Chic Nile Rodgers. Se cayeron bien y Bowie compartió algunas de sus demos, incluido un número folk que se convertiría en la canción principal de su próximo LP.
Desafortunadamente, Rodgers no quedó impresionado. “Vengo de la música dance”, recordó haberle dicho a Bowie. “No podés llamar a eso que terminás de tocar ‘Let’s Dance’”.
El ingeniero Bob Clearmountain y Rodgers se pusieron a trabajar, básicamente haciendo que todo fuera más grande: una batería más grande, una voz más grande, acordes más grandes, más delay. Bowie estaba con ellos, paso a paso.
“Realmente quería ese mismo sonido positivo y optimista de rock ‘n’ roll, ese sonido de big band que era muy impresionista para mí en ese momento”, dijo Bowie a Rolling Stone. “Tiene mucho filo, abre caminos”.
Rodgers también compartió un truco de información privilegiada de su era de creación de éxitos con Chic. “Para mí, como artista negro, fue muy difícil para mí tener canciones exitosas porque teníamos menos estaciones de radio para exponer nuestra música”, dijo Rodgers a Yahoo!. “Entonces, para llamar la atención, una técnica mía era que siempre comenzaba mis canciones con el coro: ‘Ahhh, freak out!’ o ‘We are family!’ – y luego, por supuesto, está ‘Let’s Dance’”.
Mucho de esto era algo viejo para Rodgers pero completamente nuevo para Bowie. “Cuando David me dio este premio, para el ARCHive of Contemporary Music, dijo: ‘Para mi amigo, Nile Rodgers: el único hombre que podría hacerme comenzar una canción con un coro’”, agregó Rodgers.
Al mismo tiempo, sin embargo, Rodgers se describió a sí mismo como “persona non grata, nadie quería trabajar conmigo por eso del odio a las discotecas”, así que, en cierto modo, “Let’s Dance” fue un nuevo comienzo para ambos. “Este tipo, que era considerado uno de los grandes e innovadores rockeros, eligió para colaborar a un tipo disco con el que nadie quería trabajar”, dijo Rodgers a Yahoo!. “Y terminamos haciendo el disco más grande de su carrera”.
Fue idea de Bowie traer a un entonces desconocido llamado Stevie Ray Vaughan con quien se había tropezado en un reciente Festival de Jazz de Montreux. Sintió que el guitarrista de Texas podría dar a luz un nuevo sonido que conservaba una “sensibilidad europea pero que debía su impacto al blues”.
El resultado fue el mayor éxito de Bowie, ya que “Let’s Dance” encabezó las listas de singles en los Estados Unidos y el Reino Unido. Bowie y Rodgers completaron el álbum en solo 17 días.
Además, por primera vez en su carrera, Bowie solo cantó y no tocó ningún instrumento. Canciones como “Modern Love” y “China Girl” ayudaron a cimentar el éxito del álbum. “Let’s Dance” se convirtió en el primer disco de Bowie en alcanzar la certificación de platino.
Vaughan aprovechó “Let’s Dance” para encontrar una audiencia mucho más amplia. “Antes de eso, cuando hicimos ‘Let’s Dance’, todavía trabajaba como repartidor o algo así”, dijo Rodgers en 2012. “Ni siquiera era músico a tiempo completo todavía”. Para Bowie, sin embargo, “Let’s Dance” se convirtió en un cerrojo.
“Lo escuché hablar sobre eso, y realmente fue incómodo para él, porque lo puso en un mundo que ni siquiera había experimentado antes”, dijo Rodgers a Yahoo!. “Y lo entiendo: pasás de ser un artista de vanguardia muy ecléctico por el que la gente tenía mucho respeto, donde hablás con personas en un nivel superior y, no quiero sonar elitista, pero la apreciación de la música de David Bowie antes de ‘Let’s Dance’ presupone una cierta cantidad de sofisticación por parte del oyente. Estaba muy, muy a la vanguardia”.
“Let’s Dance” era muchas cosas: new wave, post-disco, rock, dance, funk, pero ciertamente no era vanguardista. “Me esforcé apasionadamente en la primera parte de los años 80 para encajar, y tuve mi primer éxito en la superficie”, dijo Bowie más tarde a la revista Interview. “De repente ya no era ‘el artista de culto más grande del mundo’ en la música popular”.
Su nuevo sello quería otro éxito y Bowie lo intentó obedientemente. Pero “Tonight” (1984) y “Never Let Me Down” (1987) no tenían la misma energía o sentido de descubrimiento.
“Pasé al mainstream de una manera importante con la canción ‘Let’s Dance’”, señaló Bowie. “Me apoyé en eso para mis siguientes álbumes, y lo que descubrí que había hecho fue ponerme una caja a mi alrededor. Era muy difícil para la gente verme como otra cosa que no fuera la persona del traje que hizo ‘Let’s Dance’. y me estaba volviendo loco porque me quitó toda mi pasión por experimentar”.
Lo descartó todo, comenzando de nuevo con una nueva banda de colaboradores llamada Tin Machine. “Me dijo en una sesión a principios de los 90 que necesitaba volver a su esencia”, recordó más tarde su colaborador Mike Garson. “‘Let’s Dance’ fue un éxito tremendo, lo llevó al estrellato y perdió el centro. Para un artista como David, eso fue muy perturbador”.
Bowie se había convertido en “algo que nunca quise ser”, admitió en “Bowie on Bowie”. “Empecé a gustarle a las personas que compraban álbumes de Phil Collins“.