Fuente: EL UNIVERSO
La música y la comida se fusionan en Las huecas de Guayaquil, un tema pegajoso que habla sobre los lugares emblemáticos de la comida típica guayaquileña. Es Héctor Napolitano el que pone su voz una vez más para cantarle a uno de los aspectos más sobresalientes de la cultura de esta ciudad: la gastronomía popular.
“Sí, la palabra es pegajoso; es la que se usa en el argot. Y sí, es una canción alegre inspirada en las huecas de Guayaquil, pero también en todos los mercados donde se come rico. Recuerdo el Mercado del Sur, donde ahora se levanta el moderno Palacio de Cristal; ¡quién no conoció ese lugar! Mercado del Río es otro, allí se come muy rico y se ve el río Guayas, o sea, es un espectáculo total estar allí, es la parte más linda de Guayaquil. Honestamente, todas las zonas del río son bellas, y entonces me inspiré en ver las gabarras, las canoas, los lechuguines; ver la corriente es un relajamiento. Hice la canción lo más sencilla posible, sin metáforas, que sea de un lenguaje totalmente llano, para que sea fácil de digerirla, para que la gente aprecie el tema”.
Con su estilo, que no deja dudas de que es un guayaquieño de pura cepa, el Viejo Napo adora la comida local tanto como la misma música. “En la canción menciono algunos lugares que son hipotéticos, porque no estaba como para hacerle propaganda a nadie, porque luego me dicen que ‘por qué no me nombraste a mí…’. Yo tengo mis lugares preferidos, pero por ejemplo, me gusta un día lunes un caldo de manguera. Ayer, por ejemplo, mi Negra (compañera y asistente del artista) me trajo unos bolones que hacen por el Cristo del Consuelo, pero son unas pelotas de índor. A mí me gusta la comida. Yo paso de la comida italiana a la chola; o sea, y en esos saltos, tengo mis lugares donde como guatita, por ejemplo. Pero para mí el plato rey de Guayaquil es el cangrejo acompañado con una cerveza bien helada. Eso es inigualable”, cuenta.
En Las huecas de Guayaquil, Napo cuenta también una historia relacionada a Manabí. “Si no hubiera nacido en Guayaquil, habría nacido en Manabí. Tengo un apego por esa tierra, ¡Dios mío santo! Viví diez años en Quito y diez años en Galápagos; y sí, me he movido mucho. A mí me quieren mucho y quiero mucho a Cuenca también, pero Manabí es especial. Yo soy hijo predilecto de esa provincia, y por eso le había compuesto una canción que se llama Beso de sal prieta. Entonces, de forma hipotética yo digo que yo vengo de Manabí, pero eso es un decir, como para nombrar a esa tierra y para que mis amigos de allá no se sientan relegados, porque ellos están muy pendientes de lo que yo hago”.
En medio de esta variedad de platos, es primordial conocer los lugares idóneos e icónicos para degustarlos, así lo asegura el autor de la canción. “Propio del ser guayaquileño es conocer las huecas de comida de la ciudad, dónde comer un seco de chivo con cocolón, un pescado frito o cosas más sencillas, como un maduro con queso, que es igual de delicioso. Los que vivimos en esta ciudad sabemos a qué lugares ir; pero no solo buscamos el buen sabor y presentación, también queremos un lugar agradable, con buena vista y ambiente seguro”.
Para Nicolás Romero, director y fundador de Mercado del Río, la comida es la suma de varios elementos: “La comida típica de nuestra ciudad es una tradición de sabores, olores, sonidos y recuerdos, que representan la cultura e idiosincrasia del guayaco. Personas de diferentes ciudades del país vienen a Guayaquil, específicamente a degustar de nuestra gastronomía. Mercado del Río es un lugar icónico para encontrarla”.
¿Y cuántos cangrejos se come Héctor Napolitano? “Yo soy rapidísimo para comerlos”, dice. “Yo no soy de un cangrejo, sino de diez o quince cangrejos. A mí la mano gorda no me importa mucho. Mi hija Delia, por ejemplo, si tú la ves comer, es una máquina: parece una cosechadora de trigo, que entra por un lado la mata y por el otro sale el trigo. Me meto el cangrejo por un lado de la boca y por el otro, la cáscara, el carapacho. Me gustan las patas chicas. El cangrejo siempre se ha comido en familia y así me gusta”.
Finalmente, Napolitano, trovador de las costumbres y cultura popular, aclara que la comida de Guayaquil es incomparabale: “La canción está hecha para empujar, recordar y, tal vez, concientizar aún más. Nosotros lo vemos dentro de nuestra identidad cultural, tenemos bien claras nuestras costumbres gastronómicas. Son únicas. Está mal decirlo, pero he viajado por algunos países (…); pero la única que me le hace carrera más o menos a Ecuador es la comida peruana. Nosotros ‘somos mortales’ para la comida, tenemos la variedad que tú puedes encontrar concentrada en lugares cerca del río”.