Fuente: CROCK
Menos de 10 personas presenciaron las primeras presentaciones en vivo de Kiss el 30 de enero de 1973 en el Popcorn Club en Queens, Nueva York. Según el bajista Gene Simmons, el grupo ganó la suma de 50 dólares por realizar dos presentaciones esa noche.
Sin embargo, a pesar de sus comienzos desfavorables, los cuatro miembros de la banda sabían que tenían esa rara chispa que los elevaría de clubes lúgubres a estadios con entradas agotadas en unos pocos años.
Simmons y el guitarrista y colíder Paul Stanley habían dejado recientemente su banda anterior, Wicked Lester, reclutando para su nuevo grupo al baterista Peter Criss y al guitarrista principal Ace Frehley. Simmons ha explicado repetidamente que su objetivo era “reunir la banda que nunca vimos en el escenario”.
Después de la renuncia de su primer mánager, declarando que la música de la nueva banda era “la peor basura que había escuchado”, Simmons se hizo cargo. Llamó rápidamente al Popcorn Club (que pronto pasaría a llamarse Coventry), y los convenció de contratar a la banda para una aventura de tres noches por 150 dólares.
“Le dimos nuestra foto al club, y en ese momento habíamos decidido renacer como Kiss, gracias en parte a la decisión de Epic de dejar a Wicked Lester”, recordó Simmons en sus memorias “Kiss and Make-Up”. “Recuerdo muy claramente cuando nuestra imagen se colocó en el exterior de este club, Ace tomó un marcador y escribió nuestro nuevo nombre justo en la imagen. La forma en que lo dibujó fue bastante tosca, pero se parecía a nuestro logotipo, con las dos S como relámpagos al final de la palabra. No hizo mucha diferencia para el concierto, al que asistió una multitud de unas tres personas: la esposa de Peter, Lydia, una chica llamada Jan con la que estaba saliendo y una amiga de Jan”.
La pintura facial y el vestuario característicos de la banda todavía estaban en su fase embrionaria; en sus memorias “Makeup to Breakup: My Life In and Out of Kiss”, Criss recordó haber usado “una camisa negra de manga larga con tachuelas en el pecho, pantalones cortos negros con tachuelas que mi mamá había cosido y una bufanda”, junto con unos Hush Puppies verdes que su madre había empapado en pegamento y cubierto con brillo plateado. Pero esos primeros conciertos incluyeron muchas de las canciones sobre las que Kiss construiría su reputación en los próximos años, como “Deuce”, “Black Diamond” y “Watchin’ You”.
El debut en vivo de Kiss no fue el de unas leyendas del rock. Frehley, en sus memorias “No Regrets”, recordó “estar ahí arriba junto a Paul y Gene, los tres compitiendo por un espacio en el escenario, sin saber cómo movernos o dónde posicionarnos, y por lo tanto a veces chocando entre sí o envolviéndonos las piernas uno alrededor del otro hasta que parecimos una serpiente de hard rock de múltiples cabezas. Y pude reírme de lo absurdo de todo, incluso cuando miré a la ‘multitud’ y no vi una sola cara desconocida. nuestros familiares y novias, y eso es todo. Una banda menor podría haberse sentido humillada hasta el punto de abandonarlo todo, pero no nos disuadió en lo más mínimo”.
“Tocamos como si el lugar estuviera lleno, y luego me di cuenta de que esta banda era la banda”, recordó Criss. “Estaba muy orgulloso de los chicos. Estábamos todos empapados en sudor y habíamos dado la actuación de nuestras vidas para cuatro personas”.
Eso no quiere decir que no tuvieran críticas constructivas el uno para el otro. “Siempre había querido un gran sonido, una aplanadora de dos guitarras. Como Humble Pie. Y habíamos logrado elementos de eso”, dijo Stanley en sus memorias “Face the Music: A Life Exposed” sobre aquellos primeros shows de Kiss. “Pero al mismo tiempo, nos faltaba un sentido de peso, de magnitud. Casi sentí como si los otros muchachos hubieran puesto en peligro a la banda, actuaron en chiquito. Ace había balbuceado en el micrófono durante uno de los shows. Peter había dicho: ‘Quiero agradecer a mis amigos de Canarsie por venir esta noche’. Eso no sonaba de grandes ligas. Le restó valor a la imagen que quería proyectar”.
“La percepción era la realidad”, continuó el cantante y guitarrista. “Me di cuenta de que había tres tipos en ese escenario en Queens que no tenían ni idea de cómo relacionarse con el público. ¿Querés ser algo de poca monta? Saludá a Tony y Guido. ¿Querés ser enorme? Dejá la impresión correcta, sin importar cuántas personas haya ahí. Interactuar con el público como si estuvieran en el Madison Square Garden”.
La intuición de Stanley resultó correcta, y dentro de cuatro años, Kiss encabezaría en el Madison Square Garden y otros estadios repletos de todo el mundo gracias a la fuerza de varios álbumes de platino y singles exitosos. Los cambios de formación, el abuso de sustancias y las tendencias musicales cambiantes amenazaron con descarrilar a la banda durante el próximo medio siglo, pero a pesar de todo, Kiss se aferró a su mantra: Tocar cada show como si fuera el último y el más grande de su carrera.